Estas semanas estamos asistiendo a un auténtico alarde de esperpento en las redes sociales. Bots orquestados por la ultraderecha que llenan Twitter de mensajes en contra del Gobierno y a favor de un golpe de estado, influencers que aseguran que el agua deshidrata, que las vacunas no curan, que el poder de nuestra mente puede regenerar nuestras células y que no enfermemos, que exhiben mascotas recién compradas como si fuesen trofeos… Y es en esto último en lo que me voy a centrar en este post.

Pelayo Díaz colgó ayer una imagen en su cuenta de Instagram en la que aparece con su pareja y un cachorrito precioso. Hasta ahí, todo es más o menos normal. Sin embargo, es cuando te das cuenta del clasismo y la poca humanidad que supura por sus poros cuando comienzas a leer el mensaje que acompaña a dicha fotografía: «El mundo conspira para que siempre te llegue lo que de verdad deseas y esta mañana nos ha llegado este maravilloso regalo por parte de @LuxuryToyPuppies». En esta simple frase el influencer está tratando a Vidu—ya que estamos yo le habría llamado Bildu—como si fuera un bolso de 3.000 euros, un paquete de Amazon que te llega en una caja. Y esto es algo que capta totalmente mi atención. Los perros, al igual que cualquier ser vivir, no son objetos. Y no se les puede tratar como tal.

El mensaje continúa con que en la empresa son «expertos en Caniches, Pomerania y Malteses y solo trabajan con criaderos nacionales de confianza». Criaderos. Pelayo, en España se abandonan 300.000 animales cada año. En 2018, las protectoras recogieron 113.217 perros y gatos, cifras que sobrecogen y que indican que cada cinco minutos alguien deja a su mascota a su libre albedrío para no volver a encargarse de ella. Comprar no es un delito, pero sí es inmoral, inhumano, vergonzoso y muy irresponsable. Y más cuando sabemos que ha habido un repunte de abandonos desde que comenzó la cuarentena por la crisis del coronavirus y por el miedo al contagio—aunque no haya pruebas de que los perros transmitan el virus. Hay que acabar con los criaderos y con el negocio que ellos promueven. Y esto no es ser intolerante, es tener un poco de escrúpulos por los animales.

La empresa que ha enviado el ‘regalo’ a Pelayo Díaz, @LuxuryToyPuppies en Instagram, comienza su biografía en la red social con la frase: ‘selección de cachorros’ y el emoticono de un diamante para dejar claro que esto es tan solo para gente pudiente. ¿No seleccionan a todos los perros de las razas con las que ‘trabajan’? ¿Qué pasa con los que no acogen? Solo hay que desgranar el nombre de la compañía para entender de qué se trata: Luxury Toy Puppies. La traducción sería algo como ‘cachorros de lujo de juguete’. Y eso es lo que busca todo aquel que recurre a ellos y lo que rezuman las razas de las que son «expertos»: lujo. Mezclar esta ostentación con los animales me pone los pelos como escarpias.

Es evidente que personas como Pelayo y compañía se dedican a mostrar el clasismo que corre por sus venas. ¿Es clasismo comprar—o recibir como regalo—un Pomerania cachorro? Probablemente. ¿Por qué no un perro más mayor? ¿Por qué no otra raza? Está claro que todos tenemos una predilecta. La mía, por ejemplo, es el galgo. Pero lo es porque yo sí he adoptado, yo sí los he conocido y yo sé lo que han sufrido. No lo es por querer sacarme la foto de turno para Instagram y poder ‘presumir’ del lujo que poseo en casa.

Está claro que nuestra generación es experta en hacer famosas a personas que poco se lo merecen. Y muestra de ello es lo citado en el primer párrafo: influencers con millones de seguidores que, con su irresponsabilidad, pueden poner en peligro la vida de muchos de sus seguidores. Con la ciencia y con los animales no se juega.

Sé que lo peor de todo es que el señor Pelayo Díaz no entenderá estas palabras que le escribo yo—y otras muchas personas—con el mayor respeto que me es posible, que es casi nulo ya que no puedo tenerlo por algo que aborrezco, y se quejará de la intransigencia e intolerancia de todos nosotros. Pero esto no es intolerancia, es sentido común.

Y por si no ha quedado claro: no compres, ¡¡adopta!!